La primera cita

Un asesinato brutal, un misterio y los esfuerzos de la DNIC por encontrar al criminal. Este relato narra un caso real. Se han cambiado los nombres.

DENUNCIA.
La mujer que se sentó despacio frente al detective parecía un fantasma; estaba demacrada, tenía los ojos rojos de tanto llorar y su piel pálida mostraba la enorme desesperación que sentía. El hombre se quedó de pie a su lado. Era un hombre joven, al menos en apariencia, alto, delgado, con algunas canas, rostro de altos pómulos, ojos hundidos, pequeños y redondos, nariz puntiaguda y labios delgados. Estaba pálido y, al parecer, también la angustia lo devoraba por dentro.
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“¿En qué le podemos servir?”
La voz del detective fue suave y agradable. La mujer pareció despertar de un profundo letargo.
“Venimos a denunciar la desaparición de mi hija, una niña de apenas dieciséis años…”
“¿Cómo se llama su hija?”
“Yakelin”.
“¿Cuándo desapareció Yakelin?”
“Ayer viernes, en la mañana.”
“¿Fue al colegio?”
“No tenía clases… Durmió hasta tarde y salió de la casa a eso de las diez… Dijo que volvería antes del almuerzo.”
“¿Le dijo para dónde iba?”
“Dijo que iba a hacer unas tareas con una compañera que vive en la misma colonia, pero la compañera dijo que no tenían tareas que hacer y que no la ve desde el jueves que fueron al colegio”.
“¿Tiene novio su hija?”
“No”.
“¿Está segura?”
“No sé, señor… Nunca me he dado cuenta”.
“¿Amigos?, ¿compañeros?”
“Que yo sepa, no; solo los que tiene por Facebook”.
“Bien. ¿Ha tratado de comunicarse con ella?”
“La he llamado a su celular desde las doce del mediodía de ayer pero está apagado…”
“¿Ha preguntado por ella a sus compañeros, a sus amistades?”
“Nadie sabe nada de ella”.
“Y usted, señor, ¿es el papá?”
“Soy el padrastro. La crié desde que ella tenía cinco años…”
“Bien, está hecha su denuncia; vamos a asignarle el caso al Departamento de Personas Desaparecidas y les informaremos de lo que averigüemos…”
“¿Eso es todo?”
“Por el momento, sí.”

HALLAZGO.
Ese mismo día, al atardecer, un campesino que buscaba un lugar solitario para hacer sus necesidades encontró, en una hondonada, el cuerpo desnudo de una mujer que estaba boca abajo, entre moscas y hormigas. Estaba a más de cincuenta metros de la carretera a Danlí, escondida entre arbustos, árboles de pino y maleza. El campesino avisó a la Policía. Uno de los detectives que fue al levantamiento del cuerpo recordó que Personas Desaparecidas estaba buscando a una muchacha que se había perdido el día anterior y llamó a uno de sus compañeros.
“¿Ustedes están buscando a una muchacha que se perdió ayer en la mañana?”
“Sí, se llama Yakelin. Los padres denunciaron su desaparición hoy en la mañana.
¿Qué tenés?”
“Encontramos un cadáver en la carretera a Danlí… Parece el de una mujer joven… ¿Qué descripción tenés de Yakelin?”
“Alta, hermosa, a pesar de sus dieciséis años, piel banca, pelo castaño, largo…”
“Pues, creo que ya la encontraron…”
“¡Vaya, jodido!”

YAKELIN. Según el forense tenía entre veinticuatro y treinta horas de muerta. La estrangularon, aunque no presentaba golpes ni heridas. Estaba completamente desnuda y, al voltearla, el médico vio algunas marcas de sangre en la entrepierna. Era posible que la hubieran violado antes de matarla. Aquella sangre podía ser de su menstruación o de su virginidad perdida. Lo confirmaría en la autopsia. Era hora de darle la noticia a sus familiares.

HOMICIDIOS. El detective de homicidios al que le asignaron el caso empezó su trabajo haciendo las entrevistas de rutina. Supo que Yakelin era una muchacha centrada, de buena conducta, buena alumna y muy amiguera; no tenía novio, al menos era lo que ella decía, y le gustaba jugar con sus pretendientes, casi tan niños como era ella. Sin embargo, en su cuenta de Facebook se mostraba más extrovertida, decía que tenía dieciocho años, que le gustaba divertirse, tener muchos amigos y que soñaba con viajar por el mundo. A pesar de esto, los detectives que revisaron sus mensajes no encontraron nada anormal en ellos, nada que les pudiera dar una pista acerca del asesino o de los motivos que le causaron la muerte.

CELULAR.
Con Yakelin había desaparecido su teléfono celular. Los detectives solicitaron el vaciado de su número pero tampoco encontraron algo significativo. Las últimas llamadas las hizo el jueves antes de su desaparición, a las nueve de la noche. Las dos últimas llamadas que respondió fueron las de una compañera, a las diez y dos minutos de la mañana. Le dijo a la compañera que la llamaría después porque iba en la calle y tenía miedo que la asaltaran para robarle el celular. La compañera le preguntó que para dónde iba y ella le dijo que iba a ver a alguien y que después le contaría... La muchacha insistió y le preguntó a quién iba a ver, pero ella le repitió que le contaría después. Eso fue todo. Su madre la llamó poco antes de las doce del día del viernes, pero no respondió. Insistió una vez más pero no recibió respuesta. Cuando su madre volvió a llamarla, minutos después de las doce, ya el teléfono estaba apagado.

LA DNIC.
“¿Tenía Yakelin algún enamorado?”
“No que nosotros supiéramos”.
La mujer lloraba. Enterrar a su hija de dieciséis años le estaba quitando la vida. Era algo que no podía soportar.
“¿Sabe si conoció a alguien por Facebook?”
“No sé”.
“La compañera de su hija dice que ella le comentó que se vería con alguien la mañana en que desapareció”.
“Sí, así dice”.
“¿Algún enamorado?”
“No sé, señor, ella no me comentó nada”.
“Y usted, señor, ¿sabe algo?”
“Yo voy de mi casa a mi trabajo y no platicaba mucho con ella”.
“¿Por qué?”
“Porque siempre llego tarde del trabajo… Casi solo la veía los fines de semana, como a mis otros hijos…”
“¿Sospecha usted de alguien?”
“No, señor”.
“¿Qué tanta confianza tenía ella en usted?”
“Pues, yo la crié desde que tenía cinco años… Prácticamente era mi hija…”
“¿Ella sabía que usted no era su papá?”
“Sí, claro…”
“Bueno. Eso es todo por ahora… Si tenemos más preguntas volveremos a visitarlos…”
“Está bien”.
Cuando los detectives salieron de la casa, uno de ellos le dijo a su compañero:
“¿Y si alguien la secuestró en el camino?”
“No hay nada de eso… Ella iba a verse con alguien, ese alguien era conocido de ella, tenían algún tipo de relación que ella le ocultaba a todo el mundo, y tan bien lo ocultaba que no tiene ningún número sospechoso en sus contactos, no tiene llamadas extrañas o demasiado repetidas al mismo número, no tiene conversaciones insinuantes o comprometedoras en Facebook… Pero tenía alguna forma de comunicarse con él…, si es que era un hombre al que iba a ver.”
“Tenés razón. La compañera dice que ella le dijo que se iba a ver con alguien. Ella insistió y le respondió que le iba a contar después… Eso podría significar que iba a una cita especial… Si se hubiera tratado de una mujer quizás ni lo hubiera mencionado ni hubiera puesto en sus respuestas tanto misterio… Es muy posible que la persona con la que se iba a ver sea un hombre…”
“Pero, ¿cómo lo conoció?, ¿cómo se comunicaba con él?”
“Ese es el misterio que tenemos que aclarar”.
“Hay algo de lo que no nos hemos acordado…”
“¿Qué es?”
“Si tenía Facebook también tenía e-mail…”
“¡Claro!”
“Es cosa de volver a la casa y averiguarlo”.

EL CORREO. Los detectives dieron la vuelta a la manzana y volvieron a estacionar la patrulla frente a la casa de Yakelin. El hombre había salido y la madre dormitaba en medio del llanto y del sufrimiento en el sofá de la sala, con una fotografía de su hija sobre las piernas.
“Perdone, señora, olvidamos preguntarle algo”.
La mujer levantó la cabeza con dificultad.
“¿Tenía correo electrónico su hija?”
“Sí, claro que sí”.
“¿Podría dármelo, por favor?”
La mujer lo dictó despacio y lo repitió dos veces más.
“¿Sabe usted la clave?”
“No, señor. Mi hija era muy discreta con sus cosas”.
“¿Podemos revisar sus cuadernos, sus cosas, por si la escribió en algún lado?”
“Voy a tener que preguntarle a mi esposo... Ustedes comprenderán que esto es terrible para la familia...”
“Entendemos, señora. Disculpe. Eso es todo. Muchas gracias.”
La mujer puso la cabeza en un cojín y cerró los ojos.
“Una última cosa”.
El detective se estaba volviendo indeseable.
“Dígame”.
“¿Tenía computadora su hija?”
“Sí, está en su cuarto, tal y como ella la dejó”.
“Creo que tenemos que verla, señora... Necesitamos encontrar alguna pista que nos lleve al asesino... Tal vez eso pueda ayudarnos...”
“Pero para eso tengo que consultar con mi esposo, ya se los dije.”

“Señora, tengo que decirle algo doloroso pero tengo que decírselo. A su hija la esperaba alguien esa mañana y creemos que ese alguien estaba cerca de aquí, en algún vehículo; creemos que ese alguien sometió a su hija de alguna forma, que la llevó a algún lugar preparado de antemano y que allí la violó... Creemos que la estranguló porque no deseaba que ella lo reconociera... Creemos que el asesino debe ser un conocido de ustedes...”
La mujer parecía a punto de desmayarse.
“¿Por qué me dice todo eso?”

“Porque no encontramos alguna persona especial en su Facebook, ni llamadas que puedan insinuar una relación especial con alguien… Podría ser que se conocieron y se comunicaban solamente por e-mail, por eso necesitamos conocer la clave... Se nos hace sospechoso que ella no mencionara a esa persona en el Facebook o que no lo comentara con ninguna de sus amigas o compañeras... Las muchachas por lo general hacen eso… No tenemos ninguna pista y nuestra esperanza es el correo y la computadora… Queremos descubrir al asesino de su hija, señora, y necesitamos su ayuda”.
“¿Ustedes creen que ella tenía novio?”

“Tal vez no era un novio formal, quizás solo era un conocido... Es posible que sea un hombre adulto porque hizo que ella no lo mencionara en su cuenta de Facebook y no le dio ningún número que pudiera guardar en su celular… Comprobamos todos los contactos de su hija, todas las llamadas y no encontramos nada sospechoso. Pero está claro que iba a ver a alguien… Aunque es posible que la hayan secuestrado en el camino, es posible también que se subiera a un vehículo, que allí la sometieron o que la llevaron engañada a algún lugar donde la violaron… El asesino la estranguló para evitar que lo denunciara o lo reconociera… Tal vez era un conocido… No la golpearon y eso nos intriga mucho porque si ella vio algo que no le gustaba bien pudo defenderse y para someterla debieron golpearla... Tal vez la drogaron...”

La mujer se desmayó. El detective se mordió la lengua. Dice:
“Mire, Carmilla, yo, más que hablar con la mujer, estaba exponiendo la tesis del caso, no para que la mujer nos permitiera revisar las cosas de la muchacha, sino más bien para exponer y aclarar en mi mente las posibilidades de que las cosas hubieran sucedido así como lo explicaba y me sirvió de mucho... El problema fue que la mujer no soportó más y tuvimos que irnos...”
“¿Qué siguió después?”
“Esa es la parte más interesante de este caso…
¿Va a entrevistar al fiscal?”
“Después”.

PREGUNTAS. ¿Qué misterio había en torno a la desaparición de Yakelin?, ¿era un hombre la persona con la que iba a encontrarse?, ¿desde cuándo se conocían?, ¿qué tipo de relación tenía con él?, ¿cómo se comunicaban?, ¿era esta la primera cita?, ¿qué pasó entre ellos?, ¿cómo dominó el asesino a Yakelin?, ¿por qué la estranguló?, ¿por qué usó este tipo de muerte?, ¿qué tipo de asesinos usan el estrangulamiento para quitar la vida a sus víctimas?, ¿responde este tipo de asesinato a un patrón definido dentro de la escala psicológica del crimen?, ¿por qué la mató?, ¿no le bastó con violarla y quitarle la virginidad?, ¿quién es el asesino?, ¿lo conocería la víctima?, ¿qué tan acertada estaba la hipótesis del detective?

CONTINUARÁ LA PRÓXIMA SEMANA
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